viernes, 30 de septiembre de 2011

PABLO PALAZUELO


• Pablo Palazuelo: “Místico, poeta, artista”
El 3 de octubre se cumple el cuarto aniversario de la muerte de uno de los artistas plásticos españoles más importantes del pasado siglo, Pablo Palazuelo, creador convencido de que “el espacio es la bestia contra la que luchan los artistas”.
El pintor, grabador y escultor que en 2004 recibiera el Premio Velazquez de las artes plásticas “por la singularidad de su obra secreta y solitaria”, fue durante toda su larga vida un artista polifacético que logró convertirse en exponente del arte abstracto español con una seña de identidad inconfundible, esa capacidad suya para mantenerse fuera de la tendencia general de su generación, que dotó a sus obras adquirir un carácter único y diferenciador.
Nacido en Madrid en 1916, Palazuelo residió en Inglaterra entre 1933 y 1936. Allí estudió en el Royal Institute of British Architects de Oxford y en la School of Arts and Crafts de Londres hasta que, en 1939, terminada la Guerra Civil española, decidió dedicarse a la pintura.
Primero comenzó por el constructivismo puro, para seguir después con la abstracción. Aunque de apariencia sencilla, su pintura se basa en una compleja geometría y matemática, con una depurada técnica que caracteriza sus originales obras. “Siempre ha influido la geometría en el arte, desde las pinturas en las cuevas prehistóricas, hasta las vanguardias... porque siempre ha existido esa búsqueda de la forma intuida”, explicaría años después el maestro.
Entre 1948 y 1969 vivió en París, con una beca del gobierno francés y se empapó de la influencia cubista de Paul Klee, que sería para siempre uno de sus referentes. Allí trabó con Eduardo Chillida una estrecha amistad que conservaron para siempre. En la capital gala, Palazuelo también realizó su primera exposición individual y en esa etapa recibió premios tan importantes como el Kandisky, en 1952, y el Carnegie, en 1958.
Por fin, en 1969 volvió a España y, tras pasar un tiempo en Madrid, se trasladó a Monroy, en Cáceres. Allí realizó la conocida como “serie Monroy”, en la que intentó abundar entre los signos gráficos y la música, llegando a hacer cuadros musicales. “En muchas ocasiones, cuando estoy trabajando, tengo la sensación de estar escuchando”, confesaba Palazuelo en aquella época.
En 1979 comenzó a prestar más atención a la escultura, realizándola ya continuadamente junto a la pintura. “Mis esculturas son el desarrollo de mi trabajo sobre el espacio, trasladado de las dos a las tres dimensiones”, razonaba. Incluido entre los nuevos constructores que vuelven al hierro y a los metales para expresarse dentro del gusto actual por el gesto, Palazuelo determina el espacio por líneas gráficas y planos uniformes que lo cierran y lo vacían a voluntad.
Su obra, unánimemente aclamada fuera de nuestras fronteras, tardó algo más en ser reconocida en España, pero por fin, en 1982 le fue concedida la Medalla de Oro de las Bellas Artes, en 1999 el Premio Nacional de las Artes Plásticas y en 2004 el mayor reconocimiento de su carrera, el Premio Velázquez de las Bellas Artes cuyo jurado le concedió el galardón “por la coherencia de su trayectoria y por su capacidad para conciliar rigor y misterio así como por la singularidad de una obra secreta y solitaria inscrita en las coordenadas de la abstracción europea ya reconocidas en 1952 por el premio Kandinsky”, según se reflejó en el acta del fallo del Jurado.
Su concepción hermética del espacio, puede hoy admirarse en los mejores museos del mundo, desde el Guggenheim de Nueva York o el de Arte Moderno de París, hasta el Kunsthaus de Zurich o el de Arte Moderno de Rio de Janeiro, pasando por la inevitables referencias españolas del Museo de Arte Abstracto de Cuenca, el Guggenheim de Bilbao, la madrileña Fundación Juan March, el MACBA barcelonés o el Museo Nacional Centro de Arte Reina Sofía.
El maestro nos dejaba el 3 de octubre de 2007. Aquel día fallecía en su domicilio del madrileño municipio de Galapagar, donde, a pesar de sus 91 años, continuaba dibujando cada día. Tras la muerte de este gigante del arte abstracto fue otro de los galardonados en su día con el Premio Velazquez, el pintor Luis Gordillo quien aseguró que Pablo Palazuelo “fue un místico, un poeta, un artista solitario que se consagró exclusivamente a su creación. Él siempre estuvo fuera del mercado, era realmente una persona pura en ese sentido, no era un profesional como solemos ser la mayoría, él vivía siempre en su mundo y solo de vez en cuando bajaba al de las galerías”.
Enlace de la noticia. http://www.intereconomia.com/blog/volando-voy/pablo-palazuelo-%E2%80%9Cmistico-poeta-artista%E2%80%9D-20110930

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